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¿Qué es la Alimentación Consciente?

Ya que existen varias formas de entender lo que se conoce como cocina o alimentación consciente, vamos a denominar cocina ‘consciente’ a una cocina que posee sus raíces en la macrobiótica, ya que consideramos que el término ‘consciente’ posee esa visión amplia que la macrobiótica contempla espléndidamente, una percepción globalizada que enfatiza la relación entre alimentación, salud y medio ambiente.

La macrobiótica es una filosofía que trata de recuperar y mantener el equilibrio físico y mental a través de la alimentación y forma de vida, basándose en los principios orientales del yin y del yang que según la cosmovisión oriental, rigen las leyes del universo y a cada uno de los seres que habitamos en él, así de esta manera trata de mantener una armonía interna nutriéndose con alimentos de cada estación y preferiblemente de producción local y ecológica, así como tratando de clasificar los alimentos según diversas pautas, con el fin de alimentar nuestro organismo de una forma consciente. A la vez que se evita alimentos extremos ‘yang’ como la sal y las carnes rojas o extremos ‘yin’ como los azúcares, harinas refinadas o los lácteos. La finalidad no es otra que la de prevenir y curar las posibles enfermedades que podamos contraer en el transcurso de nuestra vida sin necesidad de recurrir a la medicina alopática, que en lugar de atacar a la causa de la afección, intenta paliar los síntomas en los que deriva.

La macrobiótica retomó las costumbres alimenticias de nuestros antepasados, cuando las legumbres y los cereales se consumían en cantidades generosas a diario y cuando el consumo de proteínas animales, lácteos y azúcares de asimilación rápida eran escasos; o incluso en algunas culturas llegaba a ser inexistente, así como obviamente tampoco se consumía ningún alimento procesado; a diferencia de nuestros hábitos alimenticios actuales donde justamente, parece haberse invertido el consumo de estos alimentos.

Otro enunciado importante que proclama la macrobiótica es el tener presente que somos responsables de nuestra propia salud física y mental y que tenemos la misma capacidad para generar la enfermedad como para erradicarla, para ello debemos encontrar nuestro propio equilibrio interno, físico y mental a través de lo que ingerimos y cómo no, de lo que pensamos, con la ayuda del más preciado de los sentidos, el sentido común.